Si Hubertus Koch realmente se apellidaba “Koch”, es
algo incierto. Esta afirmación proviene de un investigador privado de estos
últimos tiempos, quien asegura que era conocido bajo el nombre de “Caballero
Hubertus” también fue llamado como el “Comandante Negro” por sus pares y “Jefe
de los Cuervos” por sus adversarios. Debiéndose esta última designación a las
armas de su escudo personal en el que llevaba dos cabezas de cuervo de plata
sobre fondo de sable (negro), que seguramente hacían mención a los dos cuervos
de Odín; Hugin y Munin.
Durante
sus viajes a través de Arabia, Egipto. Persia y Turquía, Hubertus aparentemente
también fue conocido como el "Abate Isa" (siervo de Cristo) y apodado
por sus propios compañeros como “Ra’is” (Führer en árabe). Hubertus con toda
certeza hablaba el árabe y el persa con mucha fluidez y se dice que incluso
había sido invitado personalmente por Amalaut a la fortaleza de los
Assasinen.
Hubertus
era el comandante de los Caballeros Templarios alemanes, y al igual que otros
templarios, entregó sus servicios y funciones de Caballero durante las Cruzadas
en las tierras de oriente. Antes de volver a Alemania tenía la intención de
explorar las huellas de Kuthäer (Samaria) en Mesopotamia. Bajo el rey Sargón
II, Samaria se había convertido en un asentamiento asirio.-babilónico desde el
cual llegó hasta Palestina el antiguo culto de “Kuthäer”, un sistema de
creencias dualistas que alguna una vez fuera predominante en la ciudad de
Mesopotamia Kuthar. Koch asumió (tal como lo confirmara, Friedrich Delitzsch en
el siglo 20) que las kuthäischen debieron haber sido las enseñanzas originales
de Cristo. Así que podría haber una conexión del verdadero cristianismo con los
dioses y las doctrinas de los asirios, en lugar de El Schaddai – Jahwe y sus
enseñanzas del Antiguo Testamento en la Biblia.
En
este viaje a través de Mesopotamia, durante la noche en un campamento en la
antigua región de Nínive(s), Hubertus Koch presenció la aparición de Isais
donde ella le mostró en su visión la forma de una montaña lejana en el
Occidente, donde debería partir con sus compañeros más fieles para construir
una casa hasta esperar a que Isais volviera a aparecer trayendo importantes
ordenes e instrucciones para la llegada de una Nueva Edad de Oro, allanando el
camino para su arrivo. Koch lo identificó con el Imperio de Mil Años prometido
en el Apocalipsis de Juan (Cap. 20).
En
cinco años, dijo la "Diosa” Isais, se habría de manifestar su venida en la
montaña de los antiguos Dioses, la Untersberg. Hasta ese momento, Hubertus y sus
caballeros deberían aguardar y prepararse para los trabajos futuros.
Koch
sabía que en occidente existía una montaña como la que había descrito Isais en
su aparición: la Untersberg,
cerca de Salzburgo que era según la antigua tradición, la residencia de los
antiguos Dioses germánicos. Hubertus Koch procedía probablemente de un área
cercana a Linz, en la
Alta Austria y había estado viajando desde allí a Alemania
occidental y septentrional a través de Alsacia, por lo tanto, sabía que la Untersberg no era sólo
una leyenda, ya que la había visto personalmente.
Así
fue como en el año 1221 Hubertus Koch llegó con su pequeño grupo de caballeros
a la Untersberg. A
los pies de la montaña, que hoy se llama Ettenberg, en las cercanías del actual
límite entre Baviera y Salzburgo, construyendo ahí su primera
Comandancia.
Este
edificio ya no existe pero los rastros de la base de la pared aún son visibles
y se encuentran en el pequeño pueblo fronterizo de Marktschellenberg en la
carretera a Ettenberg, cerca de una pequeña laguna artificial, donde otrora
estuviera el “Estanque de Isais” aún hoy está presente.
Posteriormente
se construyó un segundo edificio, situado a gran altura, hallándose
directamente en la
Untersberg cuya ubicación exacta no se conoce de forma
certera.
Esta
casa presumiblemente no se edificó externamente lo que la hace más difícil de
rastrear, pero lo más seguro es que a comienzos de 1230 hayan sido utilizada
con mucha frecuencia como parte de una conexión directa con una de las
numerosas cuevas de la
Untersberg que pudieron servir de “Templo de Isais”
construído para guardar los “Tesoros de Isais”, a los cuales los Caballeros
eran capaces de llegar a través de intrincados túneles subterráneos. Acceso que
más tarde ellos mismos se encargaron de cerrar borrando todas las huellas
posibles para su hallazgo.
La
certificación de la primera aparición de Isais en la Untersberg se remonta
al año 1226, fecha desde la cual las apariciones de Isais persistieron durante
doce años más, que culminaron con la entrega total de la gran “Profecía de
Isais (Isais Offenbarung)” en el año 1238.
Entre
1227 y 1228 se logró la total autonomía de los caballeros y del Comandante
Koch. Algunos años más tarde — No existe total seguridad de cuándo exactamente
— pasaron a llamarse Comunidad de los Señores de la Piedra Negra,
obviamente sólo después de haber recibido el regalo de la mágica piedra
Negro-Lila que la Diosa
Isais les había entregado.
La
comunidad en torno al Comandante Koch “Señores de la Piedra Negra”, tal y
como dijimos anteriormente, nunca fue grande pues sólo había un número muy
moderado de hermanos, no obstante se cree que ganaron secretas simpatías y
muchas influencias. Incluso en su función como Caballero Templario, Koch ganó
el grado de EhrenKomturs (Venerado Comandante) en Irlanda.
El
paradero del Comandante Koch no se conoce. Al parecer, fue llevado a Lille
(Norte de Francia) y quemado en la hoguera en el año 1341. Si esto así fuera,
en aquel momento habría tenido más de cien años pero esto difícilmente podría
dar autenticidad si el verdadero Hubertus Koch fuera sentenciado debido a que
no existen fuentes totalmente claras que avalen completamente esta historia,
pero según la leyenda, Koch, al igual que otros hombres y mujeres de su
comunidad religiosa (“Ordensgemeinschaft”) con la ayuda de Isais, tomaron el
“Camino del Einheriar” (relatado en la leyenda del caballero solitario y el
poema DHvSS) y por lo tanto adquirieron la capacidad de caminar inmortalmente
por la tierra sin mostrar envejecimiento hasta que no estuvieran satisfechos de
los trabajos para la edad del Nuevo Mundo.